domingo, 5 de agosto de 2012

palabras que huyen de mi

Últimamente estoy con antojos artísticos específicos que no puedo saciar. Me dan unas ganas urgentes de hacer cosas como: dibujar, pintar, esculpir, tallar, escribir un libro, escribir un cuento, terminar los anteriores, escribir una poesía, hacer títeres, seguir con las artesanías, conseguir mi atril, comprarme un lienzo, y bueno... Nada, sueño. Sueño con poder hacer todo eso y disfrutarlo hasta la muerte. Con aprender cada vez más, y poder crear con mis propias manos, todo lo que quiera o sienta la necesidad de ver y conocer. Quiero inventar mis propios mundos en todas sus dimensiones y vivir en la magia del arte, la creatividad y la imaginación. Donde nada es imposible y nada puede estar tan mal. Donde uno mismo entiende lo que siente correcto y nadie lo puede refutar, porque es algo interno, y hasta demasiado personal. Porque hay libertad plena; de ser, de ver. Porque es lo mío, es lo que siempre me gustó más hacer y lo nunca pretendo dejar de hacer. Sin embargo... No lo hago tanto como quisiera, como debería si quisiera que funcione. Tampoco lo muestro tanto, no lo comparto al mundo. Muchas cosas quedaron abandonadas... Incompletas. Muchas otras ni siquiera empezadas. No estoy pudiendo hacerlo de la manera en la que sueño, todavía, pero eso tampoco me impide hacerlo. No puedo forzarlo porque no depende de mí. Yo no planeo tanto la obra a suceder. Tal vez sí los elementos que quiero usar, y sí elijo el momento porque eso es primordial. Pero no tengo las instrucciones ni el plano general. A veces, tengo un boceto. Y de allí en adelante, sucede lo que sucede. Mis manos son sólo un instrumento, una herramienta que de alguna forma, se conecta con mi mente de una manera que desconozco para mostrarme algo. Para decir algo, tanto a mi como quien lo viera. No creo que a todos nos diga lo mismo, para nada. Pero sí creo que sea lo que sea que fue creado en ese momento, tiene vida propia a partir de su terminación. Tienen identidad propia, función, lenguaje, historia... Algunos hasta personalidad. En fin, no sé, obras en potencia, ideas inexploradas, palabras invisibles y dibujos fantasma, poesías incompletas; por ejemplo, las últimas dos a medias:

Uno:

¿Quién soy yo para llamarme artista si no estoy haciendo arte?
¿Por qué estoy tan segura de ser escritora, si no escribí nunca un libro?

Tampoco es que yo voy por la vida presentándome así, 
pero si lo siento y lo sé con mucha seguridad; 
en mi ser, en mi alma. 

De hecho, es lo único que sé con tanta seguridad. 
Del resto... Dudo. 
Lo demás, 
lo que no tiene nada que ver con el arte, 
es un camino angosto,
 largo y ondulado 
de signos de pregunta. 

Son pequeños misterios, 
pequeños caminos enigmáticos 
escondidos por la vida. 

Y a menos que pases por ellos, 
nunca siquiera los verás. 
Porque si no estás mirando atentamente
ni siquiera existirán.

Dos:

Hubo un momento en el que me creí maldita...
Afirmaba que estaba en el infierno,
que ardía mi sangre mi piel y mi carne, sentía
desespero y dolor , sufría.

Estuve muy equivocada en ese entonces...
Lo afirmo ahora lejos de allí,
sólo que de repente caí y equivocada, creía
tal vez la muerte será mejor, decía.

Eso... Es tan sólo un ejemplo. Iba a no ser nada, tal vez, si no regresaba. Ahora, como si fuera una ironía, me veo obligada a escribir las siguientes palabras:

CONTINUARÁ...

él tiene sueño