viernes, 22 de junio de 2012

vive y deja vivir

Yo no tengo una explicación lógica. Ni soy dueña de una verdad oculta que puedo si quisiera revelar. No tengo excusa, ni respuestas a todas las preguntas que se me presentan. No quisiera tener que justificarme. Yo creo firmemente en la frase que dice “vive y deja vivir”.

Una vez, cuando era más chica, caminaba observando a la gente que se me cruzaba por la calle. Muchos éramos, mucha gente. Desconocidos, extras si fuera una película. Empecé a pensar que así como en mi cabeza pasaban millones de cosas, en la de ellos seguro también. Así como yo tenía mis cuestiones; mis inquietudes, personajes, dudas, quejas, dolores, etc... Ellos seguro también.  También tendrían sus respectivas familias y sus respectivos problemas. Entonces, descubrí que cada uno tenía su mundo. Cada ser humano, de los miles y millones que rondan la Tierra, tenía su propio locutor mental. Y obviamente cada uno tiene su forma de ver, y su forma de ser. No todos reaccionaríamos igual ante lo mismo. Insignificante me sentí, pero segura. Segura de haber descubierto una nueva verdad, que por X razón, me parecía importante.

Pero no me vi iluminada al final. Porque por más que haya aprendido algo nuevo e interesante, siempre seguí siendo demasiado susceptible a la crítica ajena. Me desespera, aún el día de hoy, sentirme juzgada. Yo no molesto a nadie, bueno, por lo menos de verdad lo intento. Sólo molestaría a quién está demasiado cerca mío y mucho tiempo consecutivo. Y sin querer. Pero nunca con respecto a su ser y cómo maneja su vida. No me parece ¿Quién soy yo para juzgar? Cada uno vive la mano que le tocó, y hace lo que puede con lo que tiene. Algunos nos equivocamos mucho, otros tal vez no tanto. Pero todos aprendemos, y todos crecemos. Porque cada uno se forma a sí mismo. Cada uno tiene dentro suyo a su Dios, su filosofía, sus valores, dones particulares, habilidades, y potenciales acciones transformadoras. Cada uno va a su ritmo, y por el camino que le pareció más correcto de los que supo encontrar.

No creo que por ninguna razón, y mucho menos por amor, debamos intentar cambiar al otro. No deberíamos hacerlo, por más que uno se sienta tal vez más cómodo con alguien más afín. Nada de que mi religión es la correcta y la tuya es un pecado, nada de que mi orientación sexual es la ideal y natural, y la tuya es sodomía. Y ni hablar de la forma de vestir, o de decorar su cuerpo o pelo con colores, tatuajes o piercings. Si amás algo, dejalo ser. Y si no, no lo molestes. Porque hay que saber al otro como ser sensible y pensante. Como propio y único responsable de lo que sea de sí. Y aunque no creas en Jesús, ni en los apóstoles, ni en en la Iglesia, igual pensá en el mensaje: Ama al prójimo como a ti mismo.

Todos sabemos que la violencia y la agresión duelen. Sabemos que la guerra es lo peor que aprendió el hombre en su estadía en el planeta. La maldad, lamentablemente existe; y las palabras, también pueden ser armas. El dolor no es sólo físico, ni el sufrimiento. Lo único que tenemos para salvarnos es el amor. Es la medicina ideal, y lo único que podría ayudar a que el planeta no se pudra y se muera. Es lo que salva vidas, y lo que nos une a todos. Porque solos no podemos hacer tanto. Somos muy pequeños en general. Si fuéramos más, y compartiéramos entre todos muchísimo amor... ¿No creen que crearíamos un paraíso?

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