un diálogo que escuché en mi mente

_ La verdad es muy triste como para compartirla. Nadie debe saber lo que vivió. Nadie. El Infierno no es para todos. Ni la realidad.
_ Yo no estoy de acuerdo con eso. Yo creo que saber es poder. Creo que la gente podría beneficiarse sabiendo el peligro que corre. Creo que podríamos tal vez, llegar a prevenirlo en otros.
_ Vos crees, que tal vez... Pero no. Yo no creo nada. Yo sé. Y estoy seguro. No es sano saberlo. Al contrario. Se provocaría una epidemia.
_ Tanto que decís saber. Y aún así estás muy equivocado. Ésta condición no es contagiosa. No es un virus. Es... Un desvío mental.
_ Un desvío mental, ¿Me estás cargando? Ya sé que no es un virus. Pero eso no quita que sea contagioso. Creeme, estoy hablándote con experiencia en el asunto. Algunas cosas es mejor callarlas.
_ Mentira. Nunca es mejor callar.
_ A veces sí.
_ No.
_ Sí.
_ ¡No!
_ Vos tendrás ganas de discutir, pero no estás siendo razonable. Estás siendo pasional.
_ Puede ser. ¿Y qué? Tengo sentimientos, y no los pretendo callar para tu beneficio.
_ Yo no te pido que te calles, te pido que razones.
_ ¡Sí me pedís que me calle!
_ No, no es así. Sólo te pido que no difundas ésta cuestión en particular. A nadie le haría bien. Y lo sabés.
_ Y bueno, no todo en la vida está hecho para hacernos bien. Hay penurias, hay angustias, hay dolor...
_ Sí, y hay guerra también, enfermedades incurables, robos, asesinatos...
_ ¿Y eso qué tiene que ver?
_ Que ya sabemos todo eso. Ya tenemos suficiente de por sí. ¿No entendés? Nadie necesita más de ésto.
_ Pero ésto no es lo mismo...
_ ¿Ah no?
_ No...
_ ¿Estás seguro?
_ ... No.
_ ¿Ves?
_ ¡No! No te entiendo. Pensé que te importábamos. Pensé que nos ayudarías.
_ Lo intenté.
_ Pero no te salió.
_ Pero lo intenté.
_ ¿Y ahora?
_ Ahora... Nada.
_ Ah, nada. Claro. Yo tengo que callar, porque vos pretendés no hacer nada. Disculpame, pero yo no le veo sentido a nada de ésto.
_ Es que no lo tiene.
_ ¡Al fin en algo estamos de acuerdo!
_ Sí. Ahora: silencio.
_ Bueno...