Rosaura estaba ansiosa. Era una fecha especial para ella - y su pareja. Tres años desde que se pusieron de novias oficialmente. Tres y unas semanas desde que se conocieron, y aproximadamente dos años de convivencia. Realmente, un día especial.
Ella sabía que estaba tan enamorada como siempre. Como desde el principio. Como cuando la vio por primera vez en la puerta de algún teatro. Aún sentía vértigo tan sólo al pensarla. Piel de gallina, calores, etc.
El amor, con el tiempo, no se deterioró. Al contrario, fortaleció. Rosaura estaba más segura que nunca, de que lo que estaba viviendo, era una historia de amor eterno. Dada la fecha, no pudo evitar la retrospección. Se tomó varios momentos a lo largo del día para asimilar, y meditar sobre el asunto.
Lamentablemente, ella nunca pudo describir en palabras como se siente el amor. Pero eso no evitó jamás que ella siga el curso que tenía que seguir. El sentimiento, más allá de cualquier cantidad y calidad de palabras, era mayor, y más poderoso que cualquier otra cosa.
Cambio radical de prioridades. Los pensamientos ya no son lo más importante, la lógica ya no reina. Pero no importa. A Rosaura ya no le importa nada. Deja que los sentimientos la atrapen y fluya lo que tenga que fluir.
Casualmente, a ella le gusta registrar éstas cosas. Se cree medio artista y le gusta regalar obras personales, inéditas, y originales. Sobretodo, en cuestión de amor. Porque hay pocas cosas que más la inspiran artísticamente hablando, y el amor es una de ellas.
La más positiva inspiración, la más luminosa. Puede gestar obras magníficas, y sentimentalmente hablando, causar felicidad al receptor. Lo que nace, gracias al amor de Rosaura, es puro. Es honestidad; desnuda y total verdad en bruto.
Cumplen tres años de novias, ella y ésta musa que es diosa de un mundo lateral, y Rosaura sigue ansiosa porque no sabe cómo explicárselo. El sentimiento es indescriptible, y se le está haciendo cada vez más difícil expresarlo.
Las flores no le hacen justicia a lo que sucede en su corazón, tampoco el chocolate - ni siquiera con almendras - Un regalo, ni aunque fuera emotivo y acertado; tampoco - por ser comprado - le hace honor a lo que merece la mencionada musa de ésta cuestión.
Un momento dedicado, a ver su cara en fotos y jugar a hacer collage, un tiempito empleado en hacer una obra de amor, de arte, de amor.
Ella sabía que estaba tan enamorada como siempre. Como desde el principio. Como cuando la vio por primera vez en la puerta de algún teatro. Aún sentía vértigo tan sólo al pensarla. Piel de gallina, calores, etc.
El amor, con el tiempo, no se deterioró. Al contrario, fortaleció. Rosaura estaba más segura que nunca, de que lo que estaba viviendo, era una historia de amor eterno. Dada la fecha, no pudo evitar la retrospección. Se tomó varios momentos a lo largo del día para asimilar, y meditar sobre el asunto.
Lamentablemente, ella nunca pudo describir en palabras como se siente el amor. Pero eso no evitó jamás que ella siga el curso que tenía que seguir. El sentimiento, más allá de cualquier cantidad y calidad de palabras, era mayor, y más poderoso que cualquier otra cosa.
Cambio radical de prioridades. Los pensamientos ya no son lo más importante, la lógica ya no reina. Pero no importa. A Rosaura ya no le importa nada. Deja que los sentimientos la atrapen y fluya lo que tenga que fluir.
Casualmente, a ella le gusta registrar éstas cosas. Se cree medio artista y le gusta regalar obras personales, inéditas, y originales. Sobretodo, en cuestión de amor. Porque hay pocas cosas que más la inspiran artísticamente hablando, y el amor es una de ellas.
La más positiva inspiración, la más luminosa. Puede gestar obras magníficas, y sentimentalmente hablando, causar felicidad al receptor. Lo que nace, gracias al amor de Rosaura, es puro. Es honestidad; desnuda y total verdad en bruto.
Cumplen tres años de novias, ella y ésta musa que es diosa de un mundo lateral, y Rosaura sigue ansiosa porque no sabe cómo explicárselo. El sentimiento es indescriptible, y se le está haciendo cada vez más difícil expresarlo.
Las flores no le hacen justicia a lo que sucede en su corazón, tampoco el chocolate - ni siquiera con almendras - Un regalo, ni aunque fuera emotivo y acertado; tampoco - por ser comprado - le hace honor a lo que merece la mencionada musa de ésta cuestión.
Un momento dedicado, a ver su cara en fotos y jugar a hacer collage, un tiempito empleado en hacer una obra de amor, de arte, de amor.
Fin.
Te amo linda! Felices tres años =)
RG
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