Maldigo a las montañas rusas, los subi-bajas, las pilas con sus positivos y negativos, los vasos medio llenos y los medio vacíos. Maldigo también a las máscaras, a las ilusiones, a los sueños y las pesadillas; a los deseos, a las censuras, a los laberintos interminables y a las clásicas pastillas... Nada es lo que parece. Y a nadie le importa cómo uno lo padece.
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