Desde
cualquier ángulo del que te mire, te veo hermosa. Hay algo en tu
sonrisa; con tu lunar, esa boca en general. Hay una invitación
implícita, entre líneas, y silenciosa. Una que es inevitable
percibir. Tal vez son tus labios, que no saben disimular. O tu
intención que quiere escapar. Hay algo que te interesa y que deseás,
la cuestión es cómo harías para conseguirlo.
No
siempre es fácil; a veces hay obstáculos. A veces los tiempos
no son los indicados y hay que saber esperar. O simplemente aceptar
que por más que parezca; no debe ser. Pero eso no quita valor a lo
que realmente sucede. A lo que produce tu mirada mezclada con la mía.
A lo que tanto vos, como yo, sabemos que existe. Y s una posibilidad.
Creo que
en un universo paralelo, hay una Yo que sonríe al sentir tu piel en
la palma de su mano. En éste momento estaría tomándote de la
cintura y diciéndote con los ojos cuánto te adora. Y en ese mundo,
en el que tu cuerpo no siente restricciones; entregado responde,
igualmente agradecido de haberse entrelazado con el mío.
Sin
embargo, hoy nos toca vivir lo que nos toca vivir. De vez en cuando
me encuentro besándote sólo en mi mente. Tu imagen aparece en mi
campo visual cuando no estás. Y recuerdo tu voz, como en off,
diciéndome algo. Lo que sea, no importa. Lo principal es tu voz.
Porque te extraño en vigilia. En carne y hueso, en espacio y tiempo.
Desde que
te vi por primera vez me inspirás. A sentir, a escribir. Fue como si
tu energía me imantara. Eras el positivo a mi negativo o viceversa.
Fuiste protagonista de varias creaciones, en esencia, en concepto.
Aún sin saberlo fuiste semilla, raíz, trama y final. Una verdadera
Musa.
¿Será
que sólo podés ser inalcanzable? ¿Siempre prohibida? Siento que
como todo horizonte, no importa cuánto me acerque, nunca llegaré a
él. Serías como un tesoro al final del arcoíris. Lo nuestro es historia de un cuento
de hadas, y como tal, se desintegra en la cotidianidad. Te vi y había
una barrera; pasó el tiempo, y aunque cambió de lugar, se mantuvo.
Constantemente desafiante. Aún más intrigante.
Hay mucha
compatibilidad. Demasiada afinidad. Te entiendo muda, hasta de
espaldas. Puedo leer tu mente sin siquiera intentarlo. Siento lo que
tu corazón; soy consciente de tu alma. Nadie más sabrá leerte tan
bien como yo. Deberías admitirlo desde ya.
Recuerdo
que estaba distraída, pensando en cosas contextuales. Tales como
¿Cómo llegué acá? Y... ¿Ahora qué hago? Cuando apareciste; de
repente. Giré mi cabeza y posé ambas pupilas en tu ser, que se
presentaba. Llamaste inmediatamente mi atención.
Por un
breve momento fui una dama. Te traté con cordialidad y te recibí
con cierta calidez amistosa. Afortunadamente no pude aguantar mucho tiempo la atracción, y pronto
comencé a acercarme más. Físicamente hablando. Ya pasó mucho
tiempo, pero quedó tatuado en mi memoria. Paso a paso, caricia a
caricia. Como en cámara lenta.
Ninguna
de las dos quería disfraces. Lo que pasaba era más profundo que las
palabras, y mucho más significativo de lo que aparentaba. Era algo
que existía en un nivel subconsciente, pero que a ambas nos
retumbaba en el presente. Estabas a mi lado, a menos de un metro. Y
por más que mi cara sabía ser sutil, mi corazón bombeaba tan
fuerte que alarmaba al tuyo.
Estaba sin voz; sin saber
hablar en lenguaje de señas, ni código morse, y sin traductor. Nos
comunicábamos en un idioma inventado, mudo, e invisible. Y fue tan
original, que nadie nunca más lo comprendió. Tampoco creo que lo
harán. Es un secreto que compartimos entre sueños, fantasías y
recuerdos.
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